
El escritor escribe de lo que lleva dentro,
de lo que va cocinando en su interior
y que luego vomita porque ya no puede más
ISABEL ALLENDE
Suspendido en la tarde, quieto, compartiendo mi expresión de felicidad con mis dedos, tratando de descifrar esa perecedera incognita que seré mañana cuando vuelva a contemplarme sin ti, cuando vuelva mi delirio a hacer de las suyas en tu piel hospitalaria.
Sube a vivir conmigo... tal vez me encuentres murmurando palabras evocadoras de aquella materia que fui, esa sustancia que creció contigo y perdí en tu carne, diseñando de lleno la noche encendida que te prometí en el fondo de un cenicero.
Si supieras...de repente he descubierto tantas cosas... las señales apenas echaban humo y lo que entonces no vi ahora lo recuerdo bien:
tú eres hermosa, eres hermosa y dulce como mi sueño, como el caluroso agostoyo, tal vez yo, sea lo más parecido a un febril septiembre,la viva estampa en sepia de un suspiroy que sé yoPerdido en la tarde, callado, contemplando mi rostro transfigurado en las palmas de mis manos, tratando de atrapar tu voz y encadenarla, como inperecedero eco, en las agujas del reloj.