
La palabra ahorro adolece de anemia cada invierno y la dieta mediterránea brilla por su ausencia en la geografía de nuestros gastos. Con idéntico reclamo, un Enero más, la cartera tirita enclenque y ajustada en la agenda de los días.
Los magos de oriente pasaron de largo, olvidando dejar alguna cajita de vitaminas a los pies de la chimenea o en el interior del calcetín de la nómina del mes. Ajena al balbuceo de nuestros menesteres, una tensión invasora se palpa en los grandes almacenes cuando las rebajas imponen su ley de golosina alcanzable, ese dulce frenesí etiquetado de la ocasión, la efímera ganga que nos emboba de tentaciones.
Seguramente, alguna que otra billetera, arrastrada por la inercia de nuestro convencimiento, acabe con su piel de Ubrique en la sala de urgencias del hospital...Pero pese a todo, no se alerten, la insufrible “cuesta de enero” es una enfermedad pasajera y tal vez, Febrero nos haga respirar aliviados.
Disfruten las rebajas.