
Porque una inercia cegadora me arrastra y caigo, sin otro afán que el de hallar el punto mágico, la gota precisa, donde perderme sin hacer ruido, justo donde el cielo se vuelve cercano y te habla, allí donde los charcos destilan sombras azules y unos verdes labios ensalivan palabras de amor.
porque es infinítamente humano amar, evaporar los miedos con el fuego del cariño, inventar el vacío y lanzarse en picado con alas de acero.
porque es decidídamente amigable volar a tu lado, clausular tímidos horizontes, trazar melodiosos rumbos huérfanos de tu ausencia, redimir relojes de arena y agendas mutiladas.
porque es eternamente triste imaginarme sin ti, dibujar tardes que sangren entre somnolientas ramas, brindar con cristales rotos, buscar entre piedras la silueta complaciente, despiada, de la virginal nostalgia, lanzar al viento besos de espuma y brisa.
porque es infinítamente humano amarte...